La estructura de estos cuentos es una cuidada cadena de presición: nada de lo que la autora escribe o pone en juego queda librado al azar, porque lo que se nombra, aquello que se dice y, sobre todo, lo que los personajes callan, se vuelve un verdadero centro de gravedad, un peso propio que maneja el sentido de lo que se cuenta, como cuando, precisamente en "Los nombres", quien narra dice, casi a modo de manifierso o ars poética: eso que no tiene nombre existe.

 

Los árboles caídos también son el bosque - Alejandra Kamiya - Bajo la Luna ed.

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La estructura de estos cuentos es una cuidada cadena de presición: nada de lo que la autora escribe o pone en juego queda librado al azar, porque lo que se nombra, aquello que se dice y, sobre todo, lo que los personajes callan, se vuelve un verdadero centro de gravedad, un peso propio que maneja el sentido de lo que se cuenta, como cuando, precisamente en "Los nombres", quien narra dice, casi a modo de manifierso o ars poética: eso que no tiene nombre existe.